Como un virus que se expande por todo el cuerpo, como un sol que quema hasta las pestañas, devoras mi sonrisa con tan solo una mirada, escoges los momentos, los unes como el hierro, moldeando los días que nos restan, matando cada suspiro que sale del corazón ya frío y muerto.
Entre las cejas y tu cabello se dibuja el seño de la sorpresa y el placer, el rostro impuro que jamás desee, el maltrato mental que tu boca provoca, me hundes entre cada beso, entre cada roca dura de tus pensamientos, estrujas las sensaciones extrañas que adormecen mis sentidos, carcomes cada instante apretando fuertemente contra lo oscuro de tu mundo, azotas los pasos hacia la eternidad y haces que el vivo de mis ojos se marchite entre tus dedos.
He dejado de pensar y la mosca que molesta mi boca busca entre mi aliento algo dulce, algo sucio de tu esencia.
Un sabor amargo que empalaga la vista del espectador se adueña del vacío de mis venas transformando cada célula en palabras de tortura que muerden al pensar.
Comienzas a disfrutar mi dolor entre los músculos de mi pecho, sonríes cruelmente mientras yo termino…
Ya nada importa, solo quiero que te quedes conmigo
Verónica García Sánchez
6 enero 07